Escribe un relato sobre los propósitos de año nuevo de tu personaje
Cada mañana al despertar me pregunto por qué estoy aquí, cuál es el punto de prolongar una existencia que la mayor parte del tiempo se siente vacía. Me pregunto si llegará el día en el que podré simplemente cerrar los ojos y sentir paz, mirar a mi alrededor y sentirme tranquila. Si existe la posibilidad de que llegue el día en el que pueda alejar los pensamientos negativos, y algunas veces estúpidos, que me impiden sentir alegría en mi interior. Y de repente retumba en mis oídos un fuerte “no, no y no”.

Era 31 de diciembre. Me levanté de la cama y noté todo igual. Al salir de mi habitación vi a mi familia desayunar. Cada uno en su espacio propio, ¿desde cuándo dejamos de compartir la mesa? Bajé a la cocina y me preparé algo. Un sentimiento de melancolía me invadió. Las fechas “especiales”, de unos años a acá, me han causado más tristeza que felicidad.
Sentí el deseo de que fuese diferente aquel día, de que pudiese otra vez compartir de verdad con mi familia. Quería dejar la sensación de soledad de lado. Quería que aquella noche pudiese verlos a todos sonriendo y sentirme dichosa, no quería volver a pasar otro fin de año frente a mi computador, jugando con personas desconocidas que probablemente estarían pensando lo mismo que yo.
El día se me escapó de las manos mientras me encerraba en mi mundo y veía a mis padres y mi hermano hacer lo mismo. Cada uno parecía estar en un planeta diferente, sin que existiera la posibilidad de que en algún momento pudiésemos encontrarnos los cuatro. Me sentí tan triste que renuncié a la idea de que las cosas fuesen como antes, cuando nos reuníamos con mis tíos, primos y abuelos y todo era risa, música y baile.
Al caer la noche todo seguía igual. Incluso mucho antes de la media noche me encontraba ya en mi habitación, en mi cama, con mi computador en las piernas. Todos se habían ido a dormir. Ni siquiera hubo abrazos y felicitaciones a las doce. Puse música y cerré mis ojos, ¿cómo sería el siguiente año? ¿Podría hallar las respuestas que no he encontrado en todos estos años? ¿Existía la más mínima posibilidad de que existiese algo que me hiciera pensar que vale la pena seguir?
Luego de un par de minutos de música y llanto vibró mi celular. Lo tomé en mis manos y vi que era media noche y había gente escribiéndome. Me deseaban feliz año y decían que se sentían felices de haberme conocido o de pasar un año más de amistad conmigo. Sonreí, también yo me alegraba de tenerlos en mi vida.
Pensé nuevamente en el pasado y me sentí tonta por desear lo que allí se había quedado. Limpié mis mejillas y respondí los mensajes, también les escribí uno a mi madre y a mi padre. Me levanté, fije la mirada en mi reflejo en el espejo y encontré la respuesta, supe que el problema estaba en mí y sólo en mí se hallaba la solución.
Me miré fijamente a los ojos y me hice una promesa, fijé un propósito. Aquel año sería feliz, le daría la espalda a la tristeza, evitaría todos esos pensamientos estúpidos que terminan aislándome de los demás, sería una mejor persona, confiaría más en mí y por cada motivo de tristeza buscaría diez de felicidad.
Les diría a mis padres que los amo y buscaría maneras de compartir tiempo con ellos, haría lo posible para que todas las personas que quiero nunca lo olvidasen y nunca se sintiesen solas. Aquel año vería el mundo con otros ojos, buscaría otros colores, admiraría su belleza y abriría mi corazón a la felicidad pues el simple hecho de existir es algo hermoso.
Aunque esa noche no hubiera sido diferente algo en mi corazón me dijo que al llegar el próximo fin de año todo cambiaría, no me encerraría otra vez, no volvería a pasar un fin de año sola.