Escribe una historia sin un solo adverbio -mente.

Cuenta la leyenda que el espíritu de Lady Grey ha vagado por siglos bajo las copas de las hayas que cubren el serpenteante sendero hacia la mansión de Gracehill. Algunos la llaman la dama gris, se dice que ella era una criada de la familia Stuart, quienes plantaron aquella misteriosa y magnifica avenida en el siglo XVIII con el fin de impresionar a las personas que se acercaran a su mansión, y que murió en circunstancias misteriosas y aún desconocidas. También se cree que Lady Grey es un alma en pena que recorre este sendero desde un cementerio abandonado y escondido en los campos de los alrededores, y que, en las noches de Halloween visita las tumbas olvidadas para invitar a las otras almas perdidas a pasear bajo las sombras de las ramas de los setos oscuros. Ramas que al entrelazarse forman un túnel que, en lugar de llevarte a la mansión, parece guiarte hacia la muerte.
Real o no, no tenía importancia ya, de cualquier modo en ese momento me encontraba bajo el montón de brazos de madera que parecían querer atraparme y no dejarme salir de aquel terrorífico pero a la vez hermoso túnel natural. No entendía cómo había llegado allí, tampoco hacia dónde caminar, ni cómo podría salir sola. Estaba oscuro, no podía ver nada más que las ramas que se entrelazaban en medio de la densa niebla que me impedía ver con claridad. Comencé a caminar y con cada paso que daba sentía que estaba siendo tragada por aquel camino que parecía interminable, incluso las ramas empezaron a parecer, para mis ojos, dientes filosos que querían devorarme sin piedad.
Caminé y caminé, tratando de llegar al final, pero el camino parecía alargarse con cada paso que daba. ¿Acaso me encontraba en medio de un sueño? Pero… era imposible, nunca había estado en dicho lugar y no recordaba haberlo visto siquiera en fotografías, pero entonces… ¿Cómo es que era consciente del lugar en el que me encontraba? ¿Cómo podía saber su nombre y las tenebrosas leyendas que lo rodeaban? Me asusté, el miedo recorrió cada célula de mi cuerpo como una oleada, quería salir de allí, quería volver a casa pero no podía, las enormes y fuertes ramas me abrazaban y parecían no querer soltarme.
Fue entonces cuando empecé a escuchar pisadas, podía oír el crujir de las hojas secas en el suelo cuando les pasaban por encima. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y rapidez, no quería mirar atrás, tenía mucho miedo, quería correr, huir, escapar, pero el miedo me había paralizado. Sentí mi cuerpo pesado, era como si las raíces de los arboles hubieran salido de la tierra y se hubiesen unido conmigo, como si ahora mi cuerpo se encontrara enraizado y yo estuviese por convertirme en un árbol.
Pronto estaré junto a ellos… rodeando el camino y entrelazando mis brazos con los suyos…
—Ven conmigo —Una voz me susurró al oído. Podía sentir aire helado saliendo de su boca y entrando por mi oído, haciendo mi miedo aún más grande.
Cerré mis ojos, sabía quién era, Lady Grey… la dama gris se hallaba frente a mí. ¿Cómo era? No podía evitar pensar en que al abrirlos me encontraría con una figura demacrada y esquelética, tal vez con el cabello negro y desgreñado cubriendo su rostro, con unas uñas largas y filosas al final de unos delgados dedos. Con ojos oscuros y penetrantes, carentes de vida, que me invitarían entonces a seguirla hasta la muerte, para en la muerte, y en medio de la pena, ser su única compañía.
—No te quedes aquí, debes descansar —dijo con voz espectral, escucharla me helaba la piel—. El sol está por asomarse y si te encuentra quedarás, al igual que yo, atrapada en el camino hacia la mansión de Gracehill.
Entonces recordé que la leyenda que, sin saber cómo, conocía, decía que Lady Grey se deslizaba por la senda bajo el abrazo de las ramas y desaparecía una vez la sombra de los arboles dejaba de cubrirla. Desaparecer… quedarse atrapada… ¿A qué se refería con eso? Si el sol se asomaba y llegaba a tocarla ella desaparecería, pero yo no… yo no era ella, yo no era un fantasma, no tenía razones para temer.
—Debes caminar hacia el otro lado —Un escalofrió helado me recorría el cuerpo cada vez que escuchaba su voz—. Caminas hacia la nada y cuando estés perdida no podrás hallar el verdadero camino.
Ignorando sus palabras seguí caminando, ella siguió mi paso en silencio, no era más que una sombra sin rostro. De pronto, como me lo había advertido, la luz del sol comenzó a bañar las enormes ramas tiñendo el ambiente de un color amarillo. En ese momento quedé maravillada con la belleza que la oscuridad me había impedido ver, el camino parecía un río rodeado por la verde hierba que crecía sobre los altos árboles secos que se unían entre ellos, para formar un túnel lleno de misterios imposibles de descifrar. Miré hacia atrás, buscando a la sombra que me perseguía, pero ella ya no estaba, la luz del sol la había ahogado con su brillo y ahora ella había desaparecido.
Escuché un auto acercarse con rapidez, me giré de nuevo y lo vi a pocos centímetros de mí avanzando con gran velocidad. Al verlo casi encima mío cubrí mi rostro con mis brazos y me dejé caer. Era el fin, moriría perdida en la nada, en un lugar que ni siquiera debía conocer. Se hizo el silencio, abrí mis ojos y no vi aquel carro por ningún lado, alcé mi mano hacia el sol y, a través de ella, pude ver las ramas de los árboles.
La dama gris invita a las almas en pena a recorrer el camino con ella…
«Si te encuentra quedarás, al igual que yo, atrapada«
No podré encontrar el verdadero camino… debo descansar… descansar ¿En paz?
Los recuerdos de sus palabras rondaban en mi cabeza mientras pensamientos de muerte y resignación surgían en mi interior. Busqué con mi mirada, en cada rincón inaccesible para el sol, a Lady Grey. Por alguna razón el miedo había desaparecido y era reemplazado por un profundo sentimiento de tristeza.
—Bienvenida al camino de Gracehill House, olvida la luz del sol, ya no serás capaz de verla —Sus palabras viajaban por el aire haciendo eco en mis oídos.
Olvidar la luz del sol… Miré una vez más mis manos y me horroricé al ver que yo era una sombra también. Entonces lo comprendí… Aunque no recordaba el cómo, ni el porqué, la muerte me había alcanzado. Y en el intento por huir de ella, los fríos brazos del camino de los setos oscuros me habían atrapado y me abrazarían por toda la eternidad.